El gusto por contar la vida
El recorrido por las 14 historias que encierra el libro ‘Mujer de Historias’ de Ricardo Gopar Aguilar, brotan desde la infancia, de los sabores, de los anhelos, de los recuerdos que no se borran
Oaxaca, Oax.- Mi madre muchas veces me contaba historias de la gente del mercado, de las familias que buscaban un mejor porvenir a través del comercio, de los sacrificios que hacían los padres por sacar a los hijos adelante, que entre cajas, manteados, mercancía y el intenso ir y venir del regateo, también buscaban dotarlos de valores como el amor, el respeto, la honradez y la fraternidad.
Mi madre decía orgullosa que del mercado, habían salido grandes abogados, doctores, en fin profesionistas que honraban los sacrificios de generaciones de familias humildes, que hicieron de su vida el comercio; de esos antiguos mercados, como el 20 de Noviembre y el Benito Juárez Maza.
Después de leer el libro ‘Mujer de Historias’ de Ricardo Gopar Aguilar, el anecdotario que hoy nos reúne, entendí que de 1979 a 1985, Ricardo y yo solo habíamos compartido años de aprendizaje de educación primaria en un colegio de monjas, solo eso.
Y luego de la lectura, comprendí que somos parte de una misma cultura, que provenimos de un clan en común de oaxaqueños, de la misma raíz. Hijos de esa gente trabajadora, que sostuvo Oaxaca en la primera mitad del siglo pasado, de la gente del mercado.
Debo reconocer, que en mi vida me he encontrado con grandes tejedores de historias, algunos las saben contar y otros las saben escribir. En ‘Mujer de Historias’ Ricardo Gopar Aguilar, hace ambas labores. Heredó de esta cultura, el sabor de contar las cosas con un lenguaje sencillo, por el gusto de contar y de escribir pronto para que no se olviden.
El recorrido por las 14 historias que encierra este libro, brotan de la infancia, de los sabores, de los anhelos, de las reglas de casa, de los recuerdos que no se borran, porque hay fotos impresas que permanecen para no eliminarse, ni mucho menos para perderse en el ciberespacio. Porque hay cartas que tatúan líneas y se mandan por el servicio postal, sin ser hackeadas, para dibujar sentimientos y perfumar amores.
El autor de ‘Mujer de Historias’ escribe en primera persona, así, se convierte en el protagonista que madura sorteando los azares que le prepara el destino. Así, se convierte en el eterno doliente que asiste a los funerales, para no oír llorar a su estómago.
Este personaje no se asume católico, sin embargo va a misa de Sábado de Gloria y percibe que Dios está sentado, hasta fuera de la iglesia. Un personaje tan ocioso, que investiga cuánto cuesta y cuantos años vive un burro.
Creo que hay un punto medular y obligado para cualquier creador, sobre todo para quien escribe, la figura de la madre. Y en el capítulo denominado ‘Historia de María’, cuatro relatos dan un ensamble perfecto para conocer la personalidad de una generación de mujeres oaxaqueñas, de matriarcas que mueven economías y familias enteras.
Durante mi lectura de ‘Historia de María’, admito que me quebré, tuve que hacer una pausa para seguir leyendo, ignoro si esto le pase a otro lector, pero en mi caso son demasiados puntos de coincidencia con una estirpe de mujeres que hicieron de la maternidad una vocación, amorosas, pero sin ser alcahuetas.
También el autor se vuelve cronista del tiempo, en búsqueda de legitimar el paso y oficio de un amigo Marco Cartas, el cartero. Donde el destino también hizo a Ricardo Gopar subirse a una bicicleta para ocuparse a los 15 años de las entregas especiales del servicio postal, y tener entre sus manos el disco de acetato: Timbiriche VIII y XIX, y que curiosamente tendría que haber entregado a una compañera de la primaria.
Las emociones que hacen vivir a cualquier ser humano, que logran que cada mañana se quiera abrir o cerrar los ojos, las expresa el autor de ‘Mujer de historias’. La primera vez que el amor lo hizo escribir, las promesas de niño que aún perduran en cumplirse, las pasiones que una mujer despierta para sacar del escritor su mejor lenguaje figurado.
Me he preguntado porque Ricardo Gopar me pidió presentar su libro, y tras culminar la lectura, entendí que a mí me tocaba. Cuando me piden que presente un libro, siempre me provoca tensión. ‘Mujer de historias’ ha sido entrar a una máquina del tiempo, donde a través de su pluma conocí al hombre que le tocó vivir y escribir la vida.
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