Músicas

Las músicas de Oaxaca, sin respaldo político; una entrevista con Sergio Navarrete Pellicer

Vidal Pineda

Oaxaca, Oax.- El corazón de Instrumenta Oaxaca 2016 lleva la marca de las culturas musicales que florecen en las diversas regiones del estado, así, las músicas, en plural, como las cosas que caracterizan el ajetreo cultural, social y político de la entidad.

En esta 13 edición que se desarrolla del 15 al 27 de noviembre en la capital del estado, Instrumenta efectúa sus actividades académicas y artísticas con base en algunos criterios del proyecto Etnografía de las Culturas Musicales en Oaxaca (ECMO) en el que, durante más de cinco años, trabajaron 27 investigadores dirigidos por los etnomusicólogos Sergio Navarrete Pellicer y Rubén Luengas, con el fin de poner en marcha una metodología de educación musical que busca integrar, tender un puente, entre la práctica musical de la oralidad —más propia de la música tradicional— y la práctica de la música escrita.

Se trata, según el informe de resultados, de una descripción basada en trabajo de campo en el que se realizaron entrevistas a profundidad con los agentes musicales, se grabó una gran diversidad de música, y se analizaron los procesos por los que atraviesan. A la vez, se trata de un proyecto de antropología aplicada porque este esfuerzo científico tiene la finalidad de influir sobre los planes del sector cultura en materia musical.

Los investigadores lograron identificar problemáticas que rodean a estas culturas, entre ellas se encuentra la salvaguarda del patrimonio musical por medio del rescate, restauración, preservación y protección de la cultura material e inmaterial considerada patrimonio cultural, a esto se le suma la nula existencia de las políticas públicas que en un mejor escenario lograrían la revaloración de las cinco culturas musicales de Oaxaca: la cultura de sones y jarabes; la cultura de la chilena; la cultura del son istmeño; la cultura de arpa, jarana y marimba; y la cultura de orquesta.

Las músicas, las políticas, las necesidades

Tras años de trabajo, Sergio Navarrete cuenta que una de las cosas primordiales es establecer las diferencias entre las culturas musicales de Oaxaca, para ello sería necesario desarrollar políticas públicas que sean aplicables a cada una de ellas, según sus características principales.

“Para nosotros es importante darle un sentido político al concepto de cultura musical, por qué, porque finalmente son relaciones sociales. Por un lado, eliminamos el concepto de región geográfica y el concepto lingüístico porque estamos hablando de música. Por ejemplo, en la zona de la chilena se tienen a los triquis, amusgos, mixtecos y afrodescendientes y todos tienen el repertorio de la chilena, entonces es  una cultura musical de la chilena. Creo que es importante considerar eso y pensar en los diferentes géneros, en su relación de dominancia y hegemonía pues las necesidades son diferentes”.

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El ECMO resalta la importancia del reconocimiento de la diversidad musical que, ante el desconocimiento de la diversidad de las músicas (contemporánea, popular y de la tradición), mira los recursos concentrarse en las agrupaciones de banda que históricamente ha impulsado el Estado. Además de la educación e investigación musicales que no excluyan las manifestaciones tradicionales por enfocarse únicamente en la enseñanza de la música occidental.

Como puerto de salvación, los investigadores impulsaron la creación de un programa denominado Automodelo, una propuesta metodológica para la enseñanza-aprendizaje de las músicas de la tradición oral en Oaxaca, tomando como experiencia a la comunidad cultural como el principal proveedor de los contenidos. En julio de este año, en una alianza con el CaSa y, con el impulso del maestro Francisco Toledo, se estableció el primer taller piloto del Automodelo, con una selección de cinco jóvenes (mujeres y hombres) de distintas culturas musicales y de distintos pueblos de Oaxaca, que bajo la tutoría de la violinista Rie Watanabe y la etnomusicóloga Patricia García López, han estudiado la música de cuerda de Oaxaca desde una perspectiva distinta y con una metodología.

Pensamos, dice Navarrete, que con la propuesta de Automodelo los músicos tengan una formación básica de la teoría de la música, pero que también regresen a sus comunidades y se vuelvan investigadores de su propia cultura musical, que conozcan quiénes la hacen y cómo la hacen. El músico debe estar intelectualmente interesado en lo que toca y en lo que ya no existe.

¿Cómo lograrlo? Para ello sería necesario retomar la red de Casas de Culturas y Casas del Pueblo que existe en Oaxaca y aprovechar la infraestructura de cada una de ellas (alrededor de 60) para poner en marcha el Automodelo y trabajar en proyectos que fortalezcan a las músicas del estado, propiciar la creación de talleres y clases con maestros de que coadyuven al desarrollo de las mismas, como en la época presidencial de Luis Echeverría Álvarez o José López Portillo, cuando el acercamiento a las comunidades logró el florecimiento de las culturas populares, recuerda Navarrete Pellicer.

En cultura, un sexenio desastroso

En la actualidad, con el apoyo del CIESAS y el COCYT-CONACYT, el ECMO es el primer estudio que existe a nivel estatal y nacional en el cual se toma en cuenta la riqueza de la música tradicional. Hoy el reto es lograr la creación de políticas públicas que permitan su desarrollo, puesto que en la entidad sólo la construcción del nuevo edificio del Centro de Iniciación Musical de Oaxaca (CIMO), recién inaugurado, ha despuntado del Plan Estatal de Desarrollo que propuso la entonces naciente administración del ya casi exgobernador, Gabino Cué Monteagudo.

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“Creo que este sexenio estuvo mal en cuestión cultural”, dice Navarrete mientras enlista a todas las personas que dirigieron o intentaron dirigir la Secretaría de las Culturas y las Artes de Oaxaca (Seculta), y hace un resumen del trabajo que hicieron frente a la institución gubernamental.

Inicia con Andrés Webster Henestrosa, quien fungió como secretario de cultura durante el sexenio del priista Ulises Ruiz Ortiz, gobernador recordado por muchos por el conflicto magisterial y social que estalló en la capital oaxaqueña durante el segundo semestre del 2006, pero que dirigió la secretaría durante el primer año de Cué Monteagudo, quien a decir de Navarrete, durante un año nunca se reunió con el nieto del escritor istmeño Andrés Henestrosa.

“El segundo años estuvo vacío, en la Secretaría quedó de interino Emilio de Leo, pero carecía de autoridad” y después fue enviado a la dirección de la Corporación Oaxaqueña de Radio y Televisión y reemplazado por el ahora diputado federal de la bancada del PRD Francisco Martínez Neri, “quién no hizo gran cosa porque se fue a la diputación y se acabó, la Secretaría fue su trampolín. Entonces todo este sexenio la Seculta fue verdaderamente un desastre”, dijo, Navarrete, quién omitió a Alonso Aguilar Orihuela, el último funcionario que vino a cubrir el puesto y a entregárselo a la administración que encabezará el recién gobernador electo, el priista Alejandro Murat Hinojosa.

“Tenemos la esperanza de que se recupere el interés por una política pública bien sólida y sistemática para avanzar. Está la infraestructura y hay que trabajarle a los contenidos”, afirma el investigador, quién plantea un sistema educativo que voltee su mirada a las culturas musicales existentes y haga a un lado el modelo de conservatorio que coloca a la música clásica en el primer peldaño educativo y hace a un lado la tradición sonora de las comunidades, como el caso del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Pre-Infantiles de Venezuela que creó José Antonio Abreu Anselmi en 1975 y al cual se ha sumado el músico y director de orquesta Gustavo Dudamel.

“Venezuela ha tenido un éxito increíble con su orquesta, pero es un modelo europeo, no sé cuántos miles de músicos pasaron por ahí y fueron entrenados como autómatas para tocar en una orquesta que toca el repertorio clásico mundial y pueden estar en cualquier sala de cualquier parte del mundo. Eso está padre, pero pídeles que toquen una llanera venezolana y no saben, eso es patético. Están imponiendo en el siglo 21 un modelo de educación musical del siglo 19”.

Iniciativa privada, esperanza del ECMO

Sergio Navarrete, Rubén Luengas y el resto de investigadores que dieron vida al ECMO esperan que el ECMO tenga un desarrollo favorable con el nuevo sexenio, o por lo menos que la iniciativa privada, como la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, que también apoya la realización de Instrumenta Oaxaca, se convierta en una esperanza para el proyecto.

 

 

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Staff Santa Cultura

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