Día a Día

El universo de Covarrubias se expone en el CaSa

El Centro de las Artes de San Agustín realiza esta exposición en colaboración con el Museo del Estanquillo.

Texto: Gina Mejía

Oaxaca, Oax.- En la obra de Miguel Covarrubias Ducland (Ciudad de México, 22 de noviembre de 1904 – 5 de febrero de 1957) se entrelazan diversas disciplinas: el dibujo, la etnología, la música, la antropología y demás, la muestra “Miguel Covarrubias. Imágenes de un mexicano universal”  hace un recorrido por distintas series que el artista realizó.

En la obra de Miguel Covarrubias Ducland, se entrelazan diversas disciplinas.

El Centro de las Artes de San Agustín (CaSa) realiza esta exposición en colaboración con el Museo del Estanquillo, ya que las obras son parte de la colección del escritor Carlos Monsiváis.

A Covarrubias varios autores lo han señalado como  un “mexicano universal”, un artista del llamado “Renacimiento mexicano”.

Conocido también como “El Chamaco” Miguel Covarrubias se ganó este sobrenombre porque era el más joven del grupo de artistas e intelectuales que se reunían en el restaurante Los Monotes, entre los asistentes a estas tertulias se encontraban José Juan Tablada, Carlos Mérida, Adolfo Best Maugard, Carlos Chávez, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Luis Cardoza y Aragón.

El artista inició su carrera en el México posrrevolucionario; trabajó como cartógrafo, delineando mapas, en 1920 colaboró en la revista Policromías, en 1923 ilustró el Método de Dibujo de Adolfo Best Maugard y ese mismo se fue a Nueva York a probar fortuna.

Su talento llamó la atención de los editores de las grandes revistas de la época y fue contratado por Vanity Fair, el New Yorker y Fortune, entre otras.

En el texto de sala se indica que “su estilo esquemático, lleno de valores abstractos, marcó una época e influenció a caricaturistas tan importantes como Saúl Steinberg y Al Hirschfeld. De sus paseos por el barrio neoyorkino de Harlem nació Negro Drawings (Dibujos de negros), uno de los libros de caricatura más notables de la época y que es considerada por muchos, la obra cumbre de Covarrubias como ilustrador”.

Monsiváis decía que “A su gran serie sobre la vida de los negros norteamericanos en Harlem, en especial, Covarrubias redime el costumbrismo al volver jubiloso y triunfal el desfile de escenas con todo y registro antropológico”.

“El Chamaco” Miguel Covarrubias se ganó este sobrenombre porque era el más joven del grupo de artistas.

Parte de la obra expuesta en el CaSa corresponde a la serie Negro Drawings que realizó en el barrio Harlem, Adriana Williams escribió que “Harlem era como un primo hermano del barrio bohemio de la Ciudad de México donde Miguel había crecido. Uno y otro eran los lugares de reunión de intelectuales, artistas y personalidades del día, y en la época en que Miguel los conoció, ambos eran centros de un renacimiento del espíritu que tenía que ver con un redescubrimiento cultural, con una búsqueda del propio yo elemental”.

Covarrubias ilustró sus viajes. Junto con su primera esposa, la afamada bailarina Rosa Covarrubias –primeramente conocida como Rosa Rolando—, “El Chamaco” le dio dos vueltas al mundo y de ahí nacieron obras como Batouala (1932), La Isla de Bali (1937), y El Sur de México (1947), así como sus obras de carácter antropológico, como El arte indígena de México y Centro América (1957).

También hizo ilustraciones para La cabaña del tío Tom (1938, la 1a ed. fue de 1852), de Harriet Beecher Stowe y Todos los hombres son hermanos (1948, escrita originalmente en el siglo XIV) de Shui Hu Chuan. Dentro de su obra destacan las ilustraciones que realizó para reediciones de obras clásicas de la historiografía de México como El descubrimiento y conquista de México, 1517-21(1942) de Bernal Díaz del Castillo y La Conquista de México (1949) de William Prescott.

A lo largo de su vida, Monsiváis adquirió más de cien piezas de este artista pues sentía especial admiración.

El artista conservó el apelativo de “El Chamaco” hasta el último día de su vida, por su fresca presencia y sus rasgos juveniles. Miguel era trabajador, carismático y tenía don de gentes por lo que, en donde quiera que fue, trabó amistad con personas de todos los estratos sociales.

Carlos Monsiváis sentía especial admiración por Miguel Covarrubias, “El Chamaco”. A lo largo de su vida, Monsiváis adquirió más de cien piezas de este artista. La mayoría de estas obras se vincula con la actividad que desarrolló “El Chamaco” como caricaturista e ilustrador de libros; pero dentro del acervo también hay algunos diseños de vestuario, que tienen que ver con su participación en la renovación de la danza nacional.

La exposición puede ser admirada todos los días de la semana en la galería Planta Baja del Centro de las Artes de San Agustín (CaSa).

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Staff Santa Cultura

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