Día a Día

El paso de Rius en Oaxaca

Texto y fotos: Gina Mejía 

Oaxaca, Oax.-  Eduardo del Río ‘Rius’ trabajó prácticamente toda su vida, incluso los últimos años. Vivió en Oaxaca y era común verle involucrado en la vida cultural de la ciudad, pero también era un personaje que se incorporó a la estampa cotidiana oaxaqueña, disfrutaba de comer chapulines y tlayudas, pero sin carne.

Su estancia en Oaxaca estuvo marcada por su paso por los talleres de gráfica donde compartió su talento con los jóvenes, también dejó constancia muy a su estilo de lo que encontró en esta ciudad en el libro: Oaxaca de Rius.

 -“Sin pretender ser caricaturista”

Autor de más de un centenar de libros, Eduardo del Río  ingresó al seminario a la edad de 8 años, del cual lo expulsaron a los 15 años, “me dijeron que yo no servía para eso, me dio cierta tristeza aunque a esas alturas como que andaba desanimado de seguir como cura, el director me dijo: si tu no tienes fe, cómo les va a enseñar a otros a tener fe, a esa edad se entiende muy poco que es eso”.

Autor de más de un centenar de libros, Eduardo del Río ingresó al seminario a la edad de 8 años, del cual lo expulsaron a los 15 años.

De ahí vinieron varios trabajos fugaces: primero lavando vasos en una cantina, luego hacía gaseosas en una embotelladora clandestina, fue burócrata y vendió jabones de casa en casa.

“Trabajé como office boy en la compañía que editaba las historietas de Walt Disney, ahí empecé a involucrarme con la historieta, pero lo definitivo fue estando en la Funeraria Gayosso, como era el encargado del conmutador telefónico un cliente me pidió el teléfono y cuando terminó su llamada me entregó su tarjeta, yo estaba ese día haciendo dibujitos, babosos, a este señor le llamó la atención y me dio su tarjeta”.

En ese momento el señor le dijo a Rius que si se le ocurrían algunos chistes los podía publicar, la tarjeta era de Francisco Patiño, director de la Revista Ja-Ja, la cual en ese entonces se vendía mucho en las peluquerías y se consideraba una revista para adultos.

A la semana el monero le llevó unos cartones y los empezaron a publicar, en 1954, mientras seguía trabajando en la funeraria, a la hora de la comida, agarraba sus dibujos corría al Excélsior para cobrar, porque ese periódico publicaban la revista.

“Pagaban muy mal y como a los dos años de estar haciendo eso me enteré que Abel Quezada había dejado de trabajar en Ovaciones, más o menos conocía a otros caricaturistas, fui a verlo para ver si me podía dar una carta de recomendación, si lo consideraba pertinente, él muy amable vio mis trabajos que había publicado en la Revista Ja-Ja y me dio una carta para el director de Ovaciones, ese mismo día me dijeron que empezara”.

En entrevista, el monero platicó que hacia humor mudo, no estaba haciendo humor político porque estaba poco enterado de lo que pasaba en la política.

Era el año de 1956 cuando ingresó a Ovaciones, “había muchísima censura, me costaba trabajo que me publicaran cartones porque pensaban que eran muy fuertes, acabé por hacer tres cartones diarios para que publicaran uno por lo menos, si no publicaban no pagaban, así empecé en esto de la caricatura, sin pretender, nunca pensé que iba a hacer caricatura”.

Tenía 20 años cuando empezó su trabajo como caricaturista, atrás habían quedado los días en el seminario, tuvo la suerte que al lado de la funeraria donde trabajaba estaba la librería de libros usados más famosa de México.

Eduardo del Río ‘Rius’ trabajó prácticamente toda su vida, incluso los últimos años. Vivió en Oaxaca y era común verle involucrado en la vida cultural de la ciudad, pero también era un personaje que se incorporó a la estampa cotidiana oaxaqueña, disfrutaba de comer chapulines y tlayudas, pero sin carne.

“Ahí iba todos los que querían ser escritores a surtirse de libros, era la Librería Duarte, los dueños eran refugiados españoles, republicanos, empecé a leer todo tipo de cosas que fueron definitivas, como del Marxismo”.

Rius contó que cuando conoció a Carlos Marx se explicó muchas cosas que en el seminario jamás hubiera soñado por entender, por ejemplo, por qué había gente pobre, guerras, ricos, países que se apoderaban de otros y el colonialismo, todo eso lo aprendió con el marxismo.

A la Librería Duarte iban Carlos Monsiváis, José Agustín, José de la Colina, entre otros. Según contaba Rius todos “los que serían a la larga los grandes escritores de México”.

Con los años el trabajo de Rius no sólo quedó en las revistas y periódicos, el caricaturista es autor de más de un centenar de libros, donde lo mismo abordaba el marxismo, la nutrición, la religión, la política o la historia nacional de México.

El autor de La Biblia, esa linda tontería comentó que con sus libros buscaba que los lectores se volvieran un tanto ateos y vegetarianos, comunistas, no tanto, pero sí gente de izquierda, que razonara y no se creyera todo lo que le decían de Washington, que aprendiera a pensar por si mismo.

“Creo que si ha habido éxito por los tres campos, muchos se han vuelto ateos, vegetarianos por mi culpa, y otros le han entrado a los partidos comunistas y socialistas”.

Rius era vegetariano y buscaba que más personas siguieran sus pasos, detalló que él se volvió vegetariano por pura chiripa, su esposa de ese entonces era Rosita W. ella tenía muchos problemas de digestión y un doctor naturista la puso a una dieta rigurosa con ensaladas de lechuga, rábanos y zanahorias, con eso se curó.

El caricaturista acompañado del artista plástico Shinzaburo Takeda.

“Como ella hacía la comida, tuve que volverme vegetariano, empecé a estudiar lo que era eso, casi no había literatura en ese tiempo, tampoco restaurantes vegetarianos, había uno en la calle de Palma en la Ciudad de México, ahora en todas las estaciones del metro hay tiendas naturistas”.

“Siento que en parte fui el culpable de eso porque saque después un libro que se llamó La panza es primero, es el libro que más se ha vendido y ha convertido a mucha gente en vegetariana”.

Rius fue militante del Partido Comunista, desde 1961 a 1968, se salió cuando la Unión Soviética invadió Checoslovaquia, “no me pareció que fuera una cosa digna de aplaudirse, que un país grande como la Unión Soviética invadiera un país porque quería cambiar su forma de gobierno”.

A pesar de haber estado en el seminario, el autor de Cuba para principiantes se volvió con los años ateo, platicó que su mamá se puso muy triste porque ninguno de sus tres hijos había resultado cura u obispo.

“Cuando empecé a leer y razonar un poco dejé de ser católico, eso a ella la puso triste, pero tenía una ignorancia tremenda porque había estudiado con monjas, no conocía su religión, pero ella tenía fe y con eso se sentía bien”.

El historietista fue el hijo más chico de una familia donde sólo hubo varones, cuando él nació su papá ya estaba enfermo, a los cinco meses murió.

“Mi papá tenía la famita de ser familiar de Lázaro Cárdenas, la mamá de mi papá, era prima de Don Lázaro, tuvimos muy poca comunicación con ellos, pero la suficiente como para primero confirmar que realmente éramos pariente”

 -Al gobierno, de lejitos y sin «chayote» 

Mencionó una foto donde Lázaro Cárdenas le está jalando las orejas, “me estaba diciendo: cuidadito, porque ya conocía mi trabajo, sabía que andaba en la izquierda, desgraciadamente éramos parientes, un día me dijo: ya te fregaste, sí somos parientes”.

Con Cuauhtémoc Cárdenas, Rius tuvo muy poca comunicación porque siempre ha procurado no acercarse mucho al poder.

Rius y el caricaturista oaxaqueño Darío Castillejos.

“No deja nada bueno (acercarse al poder), no creo que sea difícil, con que uno tenga la voluntad de no hacerlo, ya estuvo, pero hay muchos que creen que acercándose al poder les van a salpicar cositas, se salpican también de descrédito. A los caricaturistas se nos consideran de la oposición, enemigos del gobierno, y si se están acercando al gobierno no se ve bien, ni deja nada bueno, yo he tenido toda mi vida esa preocupación de no acercarme al gobierno”.

En su trayectoria obtuvo varios premios y reconocimientos, Eduardo del Río platicó aquella tarde en Oaxaca, a semanas de cumplir 80 años, que un día se convenció que podía vivir sin llegarle al ‘chayote’.

“Sin recibir los sobrecitos del gobierno que podía mantenerme sin corromperme, le seguí, me gustó mucho la profesión, hasta la fecha, me di cuenta que se podía hacer mucha labor a partir de la historieta”.

Rius retrató la vida cotidiana del México rural en Los Supermachos, hizo que en San Garabato de las Tunas convivieran personajes que representaban al poder político, la iglesia y los habitantes de una provincia que él visibilizo.

El mundo del cartón político está de luto, como lo están también los incontables lectores que aprendieron sobre educación, política, nutrición y marxismo en los libros de Eduardo del Río “Rius”, el historietista murió este 8 de agosto a los 83 años.

 

 

Previous post

Sonará grandeza de Jalatlaco a través de su órgano histórico

Next post

Entrega la FAHHO nueva Biblioteca Móvil para la Costa de Oaxaca

Staff Santa Cultura

Staff Santa Cultura

No Comment

Leave a reply